¿Cuantas son las personas que argumentan en relación a la forma de un mundo ideal, convencidos de la certeza de su argumento? Sin embargo son pocos los que tienen coraje suficiente para idear un modo para hacerlo realidad, y aún son menos los que deciden emprender ese proyecto.
Las grandes obras se deben a fuerzas colectivas excitadas por fuerzas individuales: manos inconscientes allegan materiales de construcción; sólo cerebros conscientes logran idear monumentos hermosos y durables. De ahí la conveniencia de instruir a las muchedumbres para transformar al más humilde obrero en colaborador consciente.