Se me ha acusado de decir que soy el mejor arquitecto del mundo, y si lo he dicho, no creo que haya sido demasiado arrogante.
Quiero estar en la sala. Me encantan los juicios por asesinato, los juicios importantes en los que hay una vida en juego y la presión es tan enorme que se respira en el ambiente. Cuando la sala está abarrotada y se toman grandes medidas de seguridad. Donde la mitad del público odia al acusado y a sus abogados y la otra mitad reza para que se salve. Me encanta. Y éste es el juicio de los juicios.