Francia no es una raza, una etnia; no es el derecho de sangre, sino una voluntad de vivir juntos compartiendo los mismos valores. La libertad de conciencia no es negociable, la laicidad no es negociable, la igualdad del hombre y la mujer no es negociable.
Nuestra imaginación es alcanzada solamente por lo que es grande; pero el amor de la filosofía natural debería reflejar igualdad en pequeñas cosas.
Si la genealogía plantea por su parte la cuestión del suelo que nos ha visto nacer, de la lengua que hablamos o de las leyes que nos gobiernan, es para resaltar los sistemas heterogéneos, que, bajo la máscara de nuestro yo, nos prohiben toda identidad
Sólo en las ciencias matemáticas existe la identidad entre las cosas que nosotros conocemos y las cosas que se conocen en modo absoluto.
Construyamos los puentes del diálogo en lugar de muros de separación y puestos de control, y construyamos unas relaciones de cooperación basadas en la equidad y la paridad entre dos estados vecinos, en lugar de entablar políticas de ocupación, asentamientos, guerra y la eliminación mutua
La discriminación económica y profesional es determinada mucho más por las sexistas actitudes sociales que por la ley. Ni en igualdad de oportunidades, ni en igualdad de remuneración a trabajo igual, hay, ni con mucho, paridad entre la mujer y el hombre.
No comprenden que la fuerza misma de la relación reside en que en ella se cuenta con otro punto de vista. Igualdad no es identidad, la uniformidad no es la unidad. La unidad o la identidad suponen complementariedad, no igualdad. La igualdad no es creativa...Y es aburrida. La esencia de la sinergia consiste en valorar las diferencias.
La uniformidad mata el amor; desde que el espíritu de orden se apodera de un asunto de amor; desaparece la pasión, a ésta sucede la languidez, asoma el fastidio y el disgusto termina todo.
Estamos tan de prisa siempre que nunca tenemos oportunidad de hablar. El resultado es la superficialidad, una monotonía que deja a la persona preguntando años después por lo que pasó, cuando todo se ha ido.
Y al caer como un vestido el encanto de la novedad, dejaba al desnudo la eterna monotonía de la pasión que tiene siempre las mismas formas y el mismo lenguaje.
La lucha por controlar una operación tan ambiciosa e intrincada como la construcción de una catedral era, en todo momento fascinante. La idea de que los principios de regularidad y repetición pudieran simplificar la construcción y se obtuviese como resultado un edificio armonioso, era en verdad seductora.
El hombre es el vencedor de las quimeras, la novedad de mañana, la regularidad de la que el caos se queja, el tema de la conciliación.