La vez pasada me recomendaron un doctor muy bueno. No como esos doctores que lo tratan a uno del hígado y uno se muere del corazón. Éste lo trata a uno del corazón, y uno se muere del corazón.
¡Ah, es menester saber las miserias de esta vida puerca, comer el hígado que en la carnicería se pide para el gato, y acostarse temprano para no gastar el petróleo de la lámpara!