La realidad ha mostrado que la mano invisible del mercado necesita la mano bien visible de un Estado que actúe como garante y salvaguarda de la estabilidad económica y también de la justicia social
Reconozco que yo también creí que el futuro de Occidente podía depender del Nuevo Orden. Para muchos la democracia se había mostrado decepcionante y el Nuevo Orden traía nuevas esperanzas. A la vista de todo lo que pasó se trataba naturalmente de un gran error haber podido creer en ello. (...) Mi ingenuidad de aquella época rozaba la necedad, podríamos decir que incluso la estupidez.