A falta de un tema con el que te involucres apasionadamente, y sin la emoción, puedes tomar algunas fotos, pero no hacer una obra fotográfica.
La inteligencia es la habilidad para tomar y mantener determinada dirección, adaptarse a nuevas situaciones y tener la habilidad para criticar los propios actos.
El viaje se transforma en una estrategia para acumular fotografías. La actividad misma de fotografiar es tranquilizadora, y atempera esa desazón general que se suele agudizar en los viajes.