Mientras los hombres sigan masacrando a sus hermanos los animales, reinará en la tierra la guerra y el sufrimiento y se matarán unos a otros, pues aquel que siembra dolor y la muerte no podrá cosechar ni la alegría, ni la paz, ni el amor.
La ignorancia es la tierra en que crece la creencia en milagros.
En la cultura, lo humano, lo más inmediato, lo que representa su ser propio respecto al mundo, se ha vuelto extraño para los hombres. Estos hacen con el mundo causa común contra sí mismos, y lo más enajenado, la omnipresencia de la mercancía, su propia disposición como apéndices de la maquinaria, se les convierte en imagen engañosa de la inmediatez.
El mundo es un salón del que es preciso salir cortés y honrosamente, es decir, saludando y pagando las deudas del juego.
Ningún ángel visitante, ningún explorador de otro planeta, hubiera podido sospechar que en este orbe suave proliferaban las alimañas, unas bestias incipientemente angélicas que se torturaban a sí mismas y dominaban el mundo.
Llamamos, pues, cielo en un sentido a la entidad del orbe extremo del universo, o al cuerpo natural que se halla en el orbe extremo del universo: solemos, en efecto, llamar cielo a la extremidad del universo y a lo más alto, donde decimos también que reside toda divinidad.