La guerra, con su luz de fusilería, nos ha abierto los ojos a todos: la idea de turno o juego político ha sido sustituida para siempre por la idea de exterminio o expulsión
La guerra es, cada vez en mayor proporción, no una lucha sino un exterminio de la técnica.
La memoria y la libertad deben ser ejercicios cotidianos de todos para evitar un nuevo holocausto y violaciones a los derechos humanos
Y el corazón lloraba del hogar al recuerdo seductor... Mas al fin a tus pies caí rendido con divina ilusión; y el viviente holocausto consumé en aquel día por tu amor, y llorando Te dije: Voy ahora, ya todo tuyo soy...
No es solo un fracaso de las Naciones Unidas, sino también de la comunidad internacional, y todos compartimos la responsabilidad —se lamentó el secretario general de la ONU, Boutros Boutros-Ghali, refiriéndose a la matanza de Ruanda—. Se ha cometido un genocidio. Más de doscientas mil personas han sido asesinadas y la comunidad internacional aún sigue discutiendo qué hacer.
Ninguna provocación puede justificar la brutal matanza de hombres impotentes y a merced de la multitud, cuando la India proclama que es no violenta y quiere ascender al trono de la libertad mediante la no violencia. (15 de febrero de 1922: quema de policías ingleses en Chari-Chaura).
Uno no puede aceptar eso que, el legitimo derecho del estado colombiano de combatir a un terrorista de esta magnitud, se presente como una masacre contra unos arcangeles que estaban dormidos en pijama*
Los grandes episodios de la vida de las abejas, a saber: la formación y la partida del enjambre, la fundación de la ciudad nueva, el nacimiento, los combates y le vuelo nupcial de las jóvenes reinas, la masacre de los machos y el regreso del letargo del inverno.
Cualquier hecatombe general siempre se reduce a un drama íntimo, de la misma forma que uno puede resbalar en una piel de plátano y morir del batacazo mientras está cayendo la bomba de hidrógeno sobre su cabeza.
Llega la voz de Oriente. Llega el Occidente en habla, llega la hecatombe con la muerte del oro y el encumbramiento del hambre. ¡Llega el fin!
No es solo un fracaso de las Naciones Unidas, sino también de la comunidad internacional, y todos compartimos la responsabilidad —se lamentó el secretario general de la ONU, Boutros Boutros-Ghali, refiriéndose a la matanza de Ruanda—. Se ha cometido un genocidio. Más de doscientas mil personas han sido asesinadas y la comunidad internacional aún sigue discutiendo qué hacer.
Marchemos contra los poderes del cielo y colguemos en el firmamento negras flámulas para anunciar la matanza de los dioses.
Los grandes episodios de la vida de las abejas, a saber: la formación y la partida del enjambre, la fundación de la ciudad nueva, el nacimiento, los combates y le vuelo nupcial de las jóvenes reinas, la masacre de los machos y el regreso del letargo del inverno.
Uno no puede aceptar eso que, el legitimo derecho del estado colombiano de combatir a un terrorista de esta magnitud, se presente como una masacre contra unos arcangeles que estaban dormidos en pijama*
Cualquier hecatombe general siempre se reduce a un drama íntimo, de la misma forma que uno puede resbalar en una piel de plátano y morir del batacazo mientras está cayendo la bomba de hidrógeno sobre su cabeza.
Llega la voz de Oriente. Llega el Occidente en habla, llega la hecatombe con la muerte del oro y el encumbramiento del hambre. ¡Llega el fin!