Pero el fuego de las baterías parecía enconado rabiosamente sobre las ruinas; algunos proyectiles habían roto los caños del estanque; a cada explosión las piedras volaban entre espesas nubes de humo negro y polvo; por sobre el césped se podían ver los muebles destrozados por la explosión, los cojines despanzurrados. Cada proyectil arrancaba de la tierra surtidores de cascajos.
Era lo más viejo que puede ser un hombre joven, y lo más negro que puede ser un hombre blanco.
En la historia oficial de este tiempo aparecerán estadísticas, índices de producción macroeconómicos, muchas impunidades maquilladas y algunos próceres de baba incontinente. Sólo el teatro hablará del hombre opaco que sufrió la lejanía y la gangrena muda del destierra, lejos de un país hermoso y triste, que todavía no sé si de verdad existe.
Si intentaren pisar nuestro suelo, en la mar sepultemos sus vidas, y en las olas, de sangre teñidas, luzca opaco el reflejo del sol.