Algunas veces por la noche no puedo dormir, cuando hay ruido cierro las ventanas y cuando no prendo la radio, ahora que lo pienso no es el ruido lo que me molesta sino el control que tengo sobre él y me pregunto ¿será que algunas personas nos molestan solo porque no podemos controlarlas?
El ruido se inicia en el instante en el que las personas se callan y oímos los pensamientos moverse dentro de ellas como las piezas, que intentan ajustarse, de un motor averiado.
No alrededor de los inventores de estrépito nuevo, sino en torno de los inventores de valores nuevos gira el mundo, silenciosamente.
Con mástiles torcidos y proa sumergida, como el perseguido a gritos y a golpes aun pisa la sombra de su enemigo y hacia adelante dobla su cabeza, el barco iba rápido, fuerte rugía el estrépito y hacia el ojo del sur escapábamos.
Los de mentalidad reducida se parecen a las botellas: cuando menos tienen, más bulla hacen.
No hay por qué ser esclavos de esos fingidores, que hay tantos falsos devotos como falsos valientes, y así como no se ve qué, allí donde el honor los conduce, los verdaderos valientes sean los que más bullicio hacen, así los buenos y verdaderos devotos, merecedores de que se sigan sus huellas, no son los que tanto gesticulan.
No soy un perfeccionista en absoluto. Me encantan los fallos. Me encantan los errores. Me encanta lo bizarro. Me encanta la gente con carácter. Me encanta perder dientes. Amo la belleza porque tus ojos están descentrados. ¿Y cómo puedes notar eso en el bullicio de la ciudad? Por eso me gusta el vacío.
Los de mentalidad reducida se parecen a las botellas: cuando menos tienen, más bulla hacen.