Había vida salvaje, virgen, una selva en la frontera del mar, nunca vista por aquellos que flotan sobre una superficie opaca.
Esperaré paciente, acechando, como un perro, el momento. O me iré por la selva de tus versos abriéndome camino lentamente por ocultos senderos, por pequeños resquicios que has dejado entreabiertos.
He oído el contar de muchos años y muchos años tendrían que atestiguar un cambio. La pelota que arrojé cuando jugaba en el parque aún no ha tocado el suelo.
Durante años estuve seguro de que el ratón vuelve cojeando a casa desde la rueda incendiada del parque de atracciones, con nuevos e infalibles planes para matar al gato.