La felicidad es un usurero que, por un cuarto de hora de dicha que te presta, te hace pagar todo un cargamento de desgracias.
Elena siguió su viaje haciendo escalas nadie sabe dónde, pues la gente de aquellas abandonadas islas le tomó verdadero cariño y la identificó con todas las grandes y bienhechoras damas del mito y del recuerdo. En su poesía el cargamento de Elena se multiplicó y enriqueció con todos los tesoros del país de las hadas.
El gigoló con el que sueñan todas las mujeres.