Empiezo a desear un lenguaje parco como el que usan los amantes, palabras rotas, palabras quebradas, como el roce de las pisadas en la acera, palabras de una sílaba como las que usan los niños cuando entran en un cuarto donde su madre está cosiendo y cogen del suelo una hebra de lana blanca, una pluma, o un retal de chintz. Necesito un aullido, un grito.
Me esforzaré aún más para proseguir con esta investigación, una investigación que yo confío que no será meramente especulativa, sino de suficiente empuje para inspirar la agradable esperanza de que se convierta en algo esencialmente beneficioso para la humanidad
Los poderosos del mundo no conocieron la necesidad de la moderación hasta que a su vez tuvieron que sufrir el empuje de una fuerza superior y arrolladora.
Hay machismo, resistencia y conservadurismo hacia la figura de una mujer como mandataria. En mi caso, el pueblo se fija en mi condición de mujer.
Nuestra galleguidad proviene de la fortaleza de espíritu, y aunque carezcamos de voluntad ofensiva somos inexpugnables en la resistencia
El brío del texto (sin el cual en suma no hay texto) sería su voluntad de goce: allí mismo donde excede la demanda, sobrepasa el murmullo y trata de desbordar, de forzar la liberación de los adjetivos que son las puertas del lenguaje por donde lo ideológico y lo imaginario penetran en grandes oleadas.
Correr el hombre debe, y con brío hacerse grande por la ambición.
Una de las cosas más horrorosas que se hacen en España actualmente es que el músculo que utiliza el hombre para hacer pis se utiliza ahora para introducirle en la boca de los más sagrado del ser humano, es decir, de la mujer, que va a ser madre
Si le ponemos a un chico una pulsera de plomo en su muñeca, estaremos hostigando a ese brazo. Todo le va a costar, desde lavarse los dientes hasta saludar. Si después de un año lo liberamos de ese peso extra, notaremos que ese brazo es mucho más fuerte que el otro. El brazo hostigado creció mucho más que el brazo no hostigado. Hemos agredido, hemos profanado ese músculo y lo hemos hecho crecer.
Manos que pueden agarrar, ojos que pueden dilatarse, pelo que puede erizarse, si debe; estas cosas son importantes, no porque una altisonante interpretación pueda encajarse sobre ellas, sino porque son útiles.
Entre Fraga y Suárez solo hay una diferencia: Fraga se peina con el pelo de punta, y Suárez lo hace hacia atrás.