Juego para ganar, durante las practicas o en un juego real, y no voy a dejar nada en el camino, de mi o mi entusiasmo para ganar
Prefiero los errores del entusiasmo a la indiferencia de la sabiduría.
Todo en mí se abre, se asombra; me late el corazón; una sobreabundancia de vida me sube a la garganta como un sollozo. Ya no sé nada; es una vehemencia sin recuerdos y sin arrugas.
La obstinación y la vehemencia en la opinión son las pruebas más seguras de estupidez.
¡Tanto puede en nosotros la violencia y excesiva excitación de las pasiones, sean las que fueren, que nos engaña y nos saca fuera de nosotros mismos como febricitantes o dementes!
Súbitamente sintió el deseo imperioso de escribir. Cierto es que, como suele decirse, Eros ama el ocio, y que sólo para el ocio ha nacido. Pero en ese momento de la crisis, su excitación le impulsaba a tranquilizar por medio de la palabra el torbellino de sus pensamientos.
El valor es el punto intermedio entre la cobardía y la impetuosidad irreflexiva.
No considere a los colectivistas como idealistas sinceros pero engañados. La propuesta de esclavizar a algunos hombres por el bien de otros no es un ideal; la brutalidad no es idealista, no importa cuál sea su propósito. Nunca diga que el deseo de hacer bien por la fuerza es un buen motivo. Ni la impetuosidad ni la estupidez son buenos motivos.
La envidia no tiene nunca ni la franqueza de la risa, ni el arrebato de la cólera; no tiene más que sonrisas frías y lágrimas ocultas
Para conseguir algún resultado en la vida es preciso tener paciencia, aburrirse, hacer y deshacer, volver a empezar y seguir de nuevo, sin que un impulso de cólera o un arrebato de la imaginación vengan a detener o desviar el trabajo diario.
El afán de querer olvidarte es mi mayor ímpetu para recordarte
La pasión femenina es una selva oscura nunca explorada del todo, selva hecha a la vez de desinterés infinito y de ímpetu celoso de la posesión exclusiva.
El Yo descarta la ilusión de yo y, sin embargo, sigue siendo yo. Ésa es la paradoja de la autorrealización. En lugar del yo original, la autoentrega perfecta deja un residuo de Dios en el cual el yo se pierde. Ésa es la forma más alta de devoción y entrega y la culminación del desapego.
Pues son gentes aquellas que, con alma sometida al interés, hacen de la devoción oficio y granjerías, queriendo comprar créditos y dignidades a costa de mucho bajar de ojos y mucho afectado fervor.
Nosotros, los vascos, evitemos el mortal contagio, mantengamos firme la fe de nuestros antepasados y la seria religiosidad que nos distingue, y purifiquemos nuestras costumbres, antes tan sanas y ejemplares, hoy tan infestadas y a punto de corromperse por la influencia de los venidos de fuera.
La certeza de nuestra muerte es fuente de vida, y en la religiosidad implícita en la obra de arte triunfa la vida sobre la muerte.
Nada me inspira más veneración y asombro que un anciano que sabe cambiar de opinión.
Venerar la realidad sin formas, mediante pensamientos no pensados, es la mejor manera de venerar. Pero si alguien es incapaz de venerar a Dios sin darle formas, la veneración de formas es aceptable. La veneración sin formas sólo es posible para personas que se han desprendido del ego.
La dedicación perpetua que un hombre le da a su negocio, debe ser sostenida con una negligencia perpetua hacia muchas otras cosas.
Yo no tengo ídolos. Tengo admiración por el trabajo, la dedicación y la competencia.
El celo se espanta con poco y se tranquiliza con menos
Ningún otro fin me condujo a aquellos remotos países que el contribuir con mis escasos conocimientos y buen celo al bienestar de sus sencillos habitantes dándoles a conocer las ventajas de la civilización, cuando va acompañada de los consuelos, de la gracia y luminosos conocimientos que trae en pos de si, la religión del crucificado.
No hablará mi lengua ni escribirá mi mano sino para examinar y buscar la Intimidad en mis vivencias. Gran respeto a los demás en las suyas, y ayudarles a entenderlas. Todo el amor y esmero que ponga ahí será poco.
El militar es una planta a la que hay que cuidar con esmero para que no dé sus frutos.
Tanto necesita la diligencia de la inteligencia, como al contrario. La una sin la otra valen poco; juntas, pueden mucho
Solamente dependo de la muerte, ya que discurso no hay ni diligencia que de su despotismo nos liberte. Más la espero sin miedo y con paciencia, vivo sin desearla; y de esta suerte, amigo, se acabó la dependencia.
La música, el arte, el teatro, el humor y las chicas eran lo que convertía la vida de mis hermanos en algo tan atractivo para mí. Eso era lo que yo quería hacer, y además a lo grande, así que puse todo mi empeño en aprender a tocar todos los instrumentos que los amigos de mis hermanos llevaban a las fiestas.
No pude elegir, a quienes me trajeron al mundo, pero puedo elegir a mi amigo. En ésta búsqueda, empeño mi propia alma, pues con una amistad verdadera. La vida se torna más simple, más rica y más bella
Con tanto ardor deben los ciudadanos pelear por la defensa de las leyes, como por la de sus murallas, no siendo menos necesarias aquéllas que éstas para la conservación de una ciudad.
En la palabra habitan otros ruidos, como el mudo instrumento está sonoro y a la avaricia congelada en oro aún enciende el ardor de los sentidos.
Honrar a Dios es fundamental, pero también lo es respetar a nuestro prójimo. De hecho la verdadera adoración a Dios es posible cuando uno respeta a su prójimo.
La civilización moderna, que ha destruido poco a poco los adelantos de la fantasmagoría trascendental, ha comenzado a practicar sin darse cuenta la egolatría. El deporte es la adoración del cuerpo.
Lo que siente nunca dura, lo que siente siempre acaba, y puede no volver nunca. Se encarniza entonces sobre el momento, se traga el fuego, y el fuego dulce arde, arde, flamea. Entonces, ella, que sabe que todo va a acabar, coge la mano libre del hombre, y la enlaza con la suya, ella dulce arde, arde, flamea.
Los muchachos deben abstenerse de beber vino, pues es un error añadir fuego al fuego.
El Amor...Por su ubicuidad, su fogosidad y el espectro innumerable de sus formas, esta extraña potencia ha intrigado y fascinado desde siempre a los maestros del pensamiento humano.
El hombre es un auriga que conduce un carro tirado por dos briosos caballos: el placer y el deber. El arte del auriga consiste en templar la fogosidad del corcel negro (placer) y acompasarlo con el blanco (deber) para correr sin perder el equilibrio.
El genio es la ignición del cariño no del intelecto, como se supone la exaltación de la devoción, y en proporción a nuestra capacidad para eso, es nuestra experiencia del genio.
Me aborrecen la aburrida rutina de la existencia. Yo imploro de exaltación mental.