La obra exterior sin caridad no aprovecha, pero lo que se hace con caridad, por poco y despreciable que sea, se hace todo fructuoso
Mi placer de crear era ilimitado. El talento productivo no me abandonó ni un instante durante algunos años; lo que se me ocurría durante el día y en estado de vela, se iba a menudo elaborando de noche, en ordenados sueños.
No escuchar al que nos habla, no sólo es falta de cortesía, sino también de menosprecio. Atiende siempre al que te hable; en el trato social nada hay tan productivo como la limosna de la atención
Pienso en tu sexo, surco más prolífico y armonioso que el vientre de la Sombra.