Tú conjuras silencios, yo conjuro palabras intentando con ellas esquivar el infierno, que no está, como dicen, debajo de nosotros, sino que nos habita. Un estado mental en el que las estrellas se nos antojan pulgas que nos pican el alma. El infierno es un hombre que dialoga con su desdicha cada día.
Yo creo que desde muy pequeño mi desdicha y mi dicha al mismo tiempo fue el no aceptar las cosas como dadas. A mí no me bastaba con que me dijeran que eso era una mesa, o que la palabra madre era la palabra madre y ahí se acaba todo. Al contrario, en el objeto mesa y en la palabra madre empezaba para mi un itinerario misterioso que a veces llegaba a franquear y en el que a veces me estrellaba.
La mala suerte no existe. Es algo que nos creemos, una escapatoria. En realidad llamamos infortunio a la conjunción negativa de hechos que no hemos sido capaces de prever.
Todo el que obra recta y noblemente puede, por ello mismo, sobrellevar el infortunio
Todo el mundo descubre, tarde o temprano, que la felicidad perfecta no es posible, pero pocos hay que se detengan en la consideración opuesta de que lo mismo ocurre con la infelicidad perfecta.
La felicidad es tan discreta que únicamente, una vez desaparecida, la infelicidad subsiguiente permite recordarla.
Siempre al valor la adversidad se opuso.
Haceos amigos en la prosperidad, y probadlos en la adversidad
Solidario por predestinación y por oficio. Solidario por atavismo, por convencionalismo. Solidario a perpetuidad. Solidario de los insolidarios y solidario de mi propia solidaridad
No tengo la más mínima esperanza de contar con usted para que me defienda. Sólo deseo que me comprenda y se coloque en mi lugar por si un día la injusticia del destino lo hiciera pasar por esto que yo ahora vivo. De todas maneras, sigo confiando en usted.
El afortunado hallazgo de un solo libro puede haber cambiado el destino de un hombre.
Los judíos que han emigrado de Alemania deben agradecer a Dios. El tratamiento a los judíos que han permanecido en Alemania es cruel, e inhumano. Su hado es lastimoso.
El abismo no tiene límites ni vacío, porque yo soy el abismo; lo infinito está lleno de mí. Pero yo, a quien nada puede contener, me retiro y no extiendo por todas partes mi bondad, que es libre de obrar o de no obrar: el hado y la necesidad en mí no influyen: mi voluntad es el destino.
El verdadero amante ansía la tribulación como el rebelde anhela el perdón y el pecador la misericordia.
Yo no tengo tribulaciones, dispongo de dinero como un rentista, no tengo jefe, ni mujer, ni hijos; existo, eso es todo. Y esta tribulación es tan vaga, tan metafísica, que me da vergüenza
La derrota cultural es la más abrumadora de las derrotas, la única que no olvidamos jamás, porque no podemos atribuirla ni a la propia desventura ni a la barbarie del adversario.
Preferid, entre los amigos, no sólo aquellos que se entristecen con la noticia de cualquier desventura vuestra, sino más aún a los que en vuestra prosperidad no os envidian.