El temor exagerado a la pobreza hace llevar a muchos una vida de mendigos
Yo fui responsable de no haber aportado. Cuando hablo de esa vanidad que nos ocupa a todos tras el éxito, también me incluyo porque yo hice un uso indebido de la verdad, un uso exagerado de la verdad. Y tan severa fue que habrá tenido que ver con esa soberbia que nos invade a todos cuando creemos que tenemos que presentar nuestros derechos con contundencia.
Produce náuseas por su extremado naturalismo y la tendencia a inculcar todos los miedos posibles e imaginables; sin embargo, su idea fundamental no es clínica sino social, y esto es precisamente lo que no se puede aceptar
Los mismos vicios pueden engendrar orgullo desmedido o humildad excesiva
Las instituciones tenderán a educar y a emplear bien a todos y a cada uno, según sus energías físicas y morales; de manera de desarrollar desde los primeros años a ambas; a tener el cuerpo y el espíritu en el mejor estado de salud con alegre disposición, a fin de que la vida se prolongue y la felicidad dure hasta el último extremo concedido a la humanidad.
El miedo puede llevar a los hombres a cualquier extremo
La desesperación es la materia prima del cambio drástico
Siempre describo el hippismo como un brote afectivo en la racionalidad sajona. Ese brote estaba reprimido y generó esa especie fantástica de creatividad y de circo
No tiene sentido estar apegado exclusivamente a esta vida, ya que por muy larga que sea, no podemos vivir más de determinada cantidad de años. Por eso no importa cuánta riqueza o recursos acumulemos en esta vida. En ese momento no nos servirán de nada.
Yo que todo lo he perdido ahora tiemblo hasta al dormir. No resbales de mi brazo: ¡duérmete apegado a mí!
Mi pequeña palomita, mi pequeña, toda linda, perlita mía, besadme: con la boca toda llena de amor, quitadme la pena de mi amoroso cuidado.
El ser amado es reconocido por el sujeto amoroso como átopos, es decir como inclasificable, de una originalidad imprevisible. Es átopos el otro que amo y que me fascina. No puedo clasificarlo puesto que es precisamente el único, la imagen singular que ha venido milagrosamente a responder a la especificidad de mi deseo. Es la figura de mi verdad.