En la última década se ha desarrollado una ideología nueva que rompe con eso. Pretendemos que el único rol del Estado es desmantelar todas las legislaciones que protegen a los trabajadores para darles lo que se les antoja a los reyes de la economía. El poder no tiene límite. Sin embargo, una de las fórmulas de la democracia la dio Montesquieu: ningún poder ilimitado puede ser legítimo.
Una criatura pequeña, por supuesto, no necesita un cerebro tan grande como un animal mayor de la misma categoría mental. Un cuerpo más desarrollado requiere un cerebro también mayor, sólo para gobernar la maquinaria.
El fascismo sabe que la democracia parlamentaria es el régimen ideal para que predominen, del modo más descarado, las peores formas de feudalismo moderno
Una de las grandes -sino la mayor- tragedias del hombre moderno es que hoy, dominado por las fuerzas de los mitos y dirigido por la publicidad organizada, ideológica o no, renuncia cada vez más, sin saberlo, a su capacidad de decidir