No se puede poner un final optimista, porque la vida no es optimista; tampoco se puede poner un final pesimista, porque sería un desastre comercial. Es necesario un final que incluya los dos.
Si en España se hubiera estudiado, analizado y debatido el error que resultó de Trafalgar, no se habría repetido el desastre del 98, la guerra de Irak o el 11-M; el saber historia da la lucidez y el conocimiento suficiente para no repetir errores; pero aquí no interesan la historia ni la memoria, porque no dan dinero ni votos.
Lo relevante en la mentira no es nunca su contenido, sino la intencionalidad del que miente. La mentira no es algo que se oponga a la verdad, sino que se sitúa en su finalidad: en el vector que separa lo que alguien dice de lo que piensa en su acción discursiva referida a los otros. Lo decisivo es, por tanto, el perjuicio que ocasiona en el otro, sin el cual no existe la mentira.
El provecho de uno es el perjuicio de algún otro.
La diferencia entre el capitalismo del libre mercado y el capitalismo de estado es precisamente la diferencia entre, por una parte, la paz, el intercambio voluntario, y por otra parte, la extorsión violenta.
Cuando disecciono y destrozo a un animal vivo, oigo en mi interior al amargo reproche de que con una mano brutal y torpe estoy estropeando un mecanismo artístico incomparable
Si te enfrentas a Big L cogiste la cabeza equivocada. destrozo micrófonos como al pan de maíz, no se me puede destruir, yo nací muerto.