Sucede que estamos en la cárcel sucede que nos acercamos a los cincuenta años, y que faltan dieciocho más para ver abrirse las puertas de hierro. Sin embargo, hemos de seguir viviendo con los de fuera con los hombres, los animales, los conflictos y los vientos, es decir, con todo el mundo exterior que se halla tras el muro de nuestros sufrimientos.
Mi casa es esta mujer que ahora duerme a mi lado. Como ella, con ella, todo a mí alrededor reposa. Cuando ella despierte, también lo harán las cosas. Volverán a abrirse las puertas, correrá el agua otra vez, los pasos avivarán la vieja escalera, caerá de nuevo la luz sobre las plantas. Yo retornaré a mi mesa, a las palabras, y su voz, como un halo, circundará mi día.
En esta vida hay que morir varias veces para después renacer. Y las crisis, aunque atemorizan, nos sirven para cancelar una época e inaugurar otra.
Todas las buenas maneras tienen que principiar compartiendo alguna cosa con sencillez. Dos hombres tienen que compartir un paraguas; si no tienes un paraguas, tendrán por lo menos que compartir la lluvia, con todas sus ricas posibilidades de humor y de filosofía.
Vivir es conocer y experimentar esta vida humana. Acertar o no es secundario.
Vivir es cambiar, ver cosas nuevas, experimentar otras sensaciones.
Después de construir tu negocio, y después de tener un fuerte flujo de efectivo, entonces puedes empezar a invertir en otros activos.
Mientras el Presidente miente contra quienes denunciamos con pruebas contundentes, y seduce de manera encantadora con diminutivos perversos y un lenguaje sacerdotal antioqueño, esas carnitas y esos huesitos tienen que empezar a asumir la responsabilidad de un gobierno rodeado de hampones nombrados por él.
En esta vida hay que morir varias veces para después renacer. Y las crisis, aunque atemorizan, nos sirven para cancelar una época e inaugurar otra.
Nunca me ha gustado que la gente diga cosas como Fulanito ha llegado a lo más alto... Llegar a la cima implica que es hora de iniciar un nuevo proyecto. Recibirse en la Universidad no es un final, sino el comienzo de algo nuevo
Esto me causó una gran aflicción y me hizo comprender, aunque demasiado tarde, la estupidez de iniciar un trabajo sin calcular los costos ni juzgar la capacidad para realizarlo.
Todas las buenas maneras tienen que principiar compartiendo alguna cosa con sencillez. Dos hombres tienen que compartir un paraguas; si no tienes un paraguas, tendrán por lo menos que compartir la lluvia, con todas sus ricas posibilidades de humor y de filosofía.
Hay ocasiones en que es más ventajoso experimentar un quebranto que un lucro
Se puede experimentar tanta alegría al proporcionar placer a alguien que se sienten ganas de darle las gracias.