La vanidad nos persigue hasta en el lecho de la muerte. La soportamos con entereza porque deseamos superar su terrible grandeza y cautivar la admiración de los espectadores
A Dios lo que es de Dios... y lo digo sin reatos: Pastrana tuvo el coraje y la entereza de no gobernar para las encuestas, como debe hacerlo todo buen estadista.
Son mis recuerdos de estos malos tiempos los que explican la serenidad de mi consejo a los jóvenes científicos de que tengan más de una cuerda en su arco y estén dispuestos a aceptar un no como respuesta, si las pruebas apuntan en esa dirección.
La serenidad de la población, la verdadera felicidad, que es algo muy diferente de la alegría, sólo se plantea cuando él tiene paz en el presente y seguridad en el futuro.
¡Cuán fácil es la resignación para el inocente! Pero los culpables no llegan a conocer la paz jamás.
El que quiere todo lo que sucede, consigue que suceda cuanto quiere. ¡Omnipotencia humana por resignación!. A esta resignación sólo por la gracia se llega.
Pocas personas son capaces de expresar con ecuanimidad opiniones que difieren de los prejuicios de su medio ambiente. La mayoría de las personas son aún incapaces de formar tales opiniones.
La filosofía puede enseñarnos a sobrellevar con ecuanimidad los infortunios del prójimo.