Yo y mi sombra, ángulo recto. Yo y mi sombra, libro abierto.
Tú golpe limpio tiene un ángulo para penetrar en el interior de las defensas del contrario.
Pero surge en el mundo otro tercer vértice de la inquietud social: los que quieren justicia sin prosternarse ni ante Moscú, ni ante Berlín, ni ante Nueva York.
La literatura no es la forma general de cualquier obra de lenguaje, no es tampoco el lugar universal donde se sitúa la obra de lenguaje. Es de alguna manera un tercer término, el vértice de un triángulo por el que pasa la relación del lenguaje con la obra y de la obra con el lenguaje. Creo que una relación de este género es lo que se designa con la palabra literatura.
Cuando la soledad se me volvió un rito sin sentido, y el mar y el universo me negaron su sal y sus estrellas, desembarqué en este pequeño recodo donde abril come astros a falta de miel y primaveras que alimenten la rosa de sus días...
Lo que importa no es la casa de todos los días sino aquella oculta en un recodo de los sueños. Lo que importa no es el carruaje sino sus huellas descubiertas por azar en el barro.
El bien es la victoria sobre el mal, la negación del mal. Si se canta el bien, el mal es eliminado por ese oportuno acto. No canto lo que no hay que hacer. canto lo que hay que Hacer. Lo primero no contiene lo segundo. Lo segundo contiene lo primero.
Por las personas grises, por dramas y por llantos, por sentirnos infelices, por solo pensar en cuanto guardo y, si valgo lo que tengo lo que soy en realidad se pierde, canto para ver de qué es capaz un corazón, no soy un santo pero sigo esperando tanto que desencanto se instaló en mi habitación
Tenía los labios inmóviles, pero cuando lo miré parecieron sonreír sin hacer el más mínimo movimiento. Lo miré más fijamente, convencido de que se trataba de una poderosa ilusión en la que yo no podía penetrar. Y, cuanto más miraba, más parecía sonreír y, por último, se animó con un susurro, un murmullo, un cántico mudo.
En la tierra jamás la poesía cesa: cuando, en la solitaria tarde invernal, el hielo ha labrado el silencio, en el hogar ya vibra el cántico del grillo, que aumenta sus ardores, y parece, al sumido en somnolencia dulce, la voz de la cigarra, entre colinas verdes
La felicidad ah caminado codo a codo conmigo; pero la fatalidad en absoluto conoce tregua: el gusano esta en el fruto, el despertar en el sueño, y el remordimiento está en el amor: tal es la ley. La felicidad ha caminado codo a codo conmigo.
La Iglesia aprobaba esta política y aportó el apuntalamiento religioso del apartheid sugiriendo que los afrikáners eran el pueblo escogido de Dios, mientras que los negros eran una especie subordinada a ellos. En la visión del mundo que defendía el afrikáner, apartheid y religión marchaban codo con codo
¡Huye lo más lejos de punta asesina, del espíritu cruel y de la risa impura que hacen llorar los ojos del azur con todo ese ajo de barata cocina!
Vivimos en una época en la que hay muchos medios de comunicación sumamente eficaces. La información viaja a la otra punta del planeta con gran rapidez. Pero es precisamente en esta época cuando la comunicación entre la gente, entre padre e hijo, marido y mujer, o madre e hija, se ha vuelto más difícil. Si no podemos restablecer la comunicación entre nosotros, nunca podremos ser felices.
En los de la alcoba: a cada uno una punzada en el coxis y vehemente deseo de mirarse el coxis, de lamerse el coxis. Una contorsión del cuello y el seguir vertiginoso de la cabeza a la curva del cuerpo, sobre manos y pies, en movimiento centrípeto, mientras los vestidos se esfumaban y una curiosa prolongación, arqueada y móvil, les nacía del coxis.
La curva más linda en una mujer es su sonrisa
Decid ahora: Nosotros escuchamos las voces del viento a través del alto mar de espigas. Decid ahora Nos mantendremos fieles por siempre al servicio de este pueblo. (Inicio de cántico en el templo).
En la tierra jamás la poesía cesa: cuando, en la solitaria tarde invernal, el hielo ha labrado el silencio, en el hogar ya vibra el cántico del grillo, que aumenta sus ardores, y parece, al sumido en somnolencia dulce, la voz de la cigarra, entre colinas verdes