Los acontecimientos no caen sobre los hombres; éstos los crean a través de sus gobiernos y sus políticas. El terror no desciende sobre ellos desde el cielo, de la nada; lo traman ellos mismos. ¿No se conspiran siempre en secreto las guerras y se sueltan sobre los ciudadanos con lemas nobles, para que éstos acepten luchar y morir sin lamentarse?
A veces en la vida hay que saber luchar no sólo sin miedo, sino también sin esperanza.
Los verdaderos pobres que merecen compasión y socorro, sólo son los que por motivo de edad o de salud se encuentran imposibilitados para ganar el pan con el sudor de su rostro. Todos los demás están obligados a trabajar de una o de otra manera, y si no trabajan y tienen hambre, es por culpa suya.
(...) que aún desde la oposición leal que respeto y que valoro, y desde la crítica responsable, que también respeto y valoro; digo que aún desde ahí me siento acompañado. Eso me honra y me compromete a trabajar aún más y mejor en la construcción de un Uruguay donde nacer no sea un problema, donde ser joven no sea sospechoso y donde envejecer no sea una condena (...)
Debemos de pugnar para que el hombre piense en la paz, pero no solamente impulsado por su instinto de conservación, sino fundamentalmente por el deber que tiene de superarse y de hacer del mundo una morada de paz y de tranquilidad cada vez más digna de la especie humana y de sus altos destinos.
No me siento bien a menos que practique deporte, o al menos encuentre una manera para comenzar a sudar
Las grandes organizaciones pueden encender la pasión. Si existe una característica que comparten todos los ganadores, es el hecho de que se preocupan más que nadie por algo. Ningún detalle es demasiado pequeño para sudar o demasiado grande para ambicionarlo.
Conviene siempre esforzarse más en ser intersante que exacto; porque el espectador lo perdona todo menos el sopor.
Conviene siempre esforzarse más en ser interesante que exacto; porque el espectador lo perdona todo menos el sopor.
¿Vale la pena afanarse durante veinte años para llegar a la duda, que crece por sí misma en todas las cabezas inteligentes?
Es lo que sé de la crueldad de la paciencia. No hay paciencia más terrible que la paciencia de las trastornadas. He visto a dementes afanarse en tareas interminables: trasvasar arena de una taza perforada a otra, contar las puntadas de un vestido raído o las motas en un rayo de sol, rellenar con las sumas resultantes libros invisibles de contabilidad.