Tan lejos se estaba, en aquellos tiempos, de considerar impío a quien concibiera el origen del mundo sin la intervención divina, que Tales, Anaxímenes, Heráclito y otros, que abrazaron este sistema cosmogónico, no suscitaron objecciones, al par que Anaxágoras, sin duda el primer monoteísta entre los filósofos, fue quizás el primero a quien se acusó alguna vez de ateísmo.
No es verdaderamente impío el hombre que niega los dioses que la multitud venera, sino aquél que afirma de los dioses lo que la multitud cree de ellos
Soy un gran falso mientras finjo la alegría, y tu el gran desconfiado cuando finjes simpatía.
Un verdadero marido siempre es desconfiado