Los trabajos fuera de su hacienda les hacen descuidar ésta, con lo que la llevan definitivamente a la ruina.
¡Qué presto se consolaron/ los vivos de quien murió!/ Y más cuando el tal difunto/ mucha hacienda les dejó.
Una colección de bellas máximas es un tesoro más apreciable que las riquezas.
Yo no soy un gran señor, pero en mi cielo de tierra cuido el tesoro mejor: mucho, mucho, mucho amor.