Al ampliar el campo del conocimiento no hacemos sino aumentar el horizonte de la ignorancia.
El hábito de responder al deseo interno de marcar la diferencia, de importar, de ampliar nuestra influencia para llegar a las personas y alisas que más valoramos empieza con una disposición o actitud, una elección, la elección de utilizar la voz de la influencia.
El deber del gobernante no consiste en agrandar su país, sino en hacerlo más fuerte.
Él murió como vivió: siempre trabajando para el mayor bien y, hasta el último momento, dispuesto a estirar la mano para ayudar a un niño con varicela de dragón tal como lo hizo el día que lo conocí.
No puedo estar sin leer, lo cual implica que sí, que me aportan algo esencial y vital. Aunque sólo sea la posibilidad de viajar muchísimo más lejos, de expandir la mente, de soñar con infinitas posibilidades.
La lectura de libros contribuye a la construcción mental del joven. Los lectores no se limitan a expandir sus horizontes, sino también el núcleo de su identidad.
¿Qué sentido tiene, expuestos como estamos a tan gran número de males, echarse encima voluntariamente otro más, como si no tuviéramos bastante?
Los feos simios que se autodenominan seres humanos poco pueden hacer excepto echarse a correr y esconderse. En cuanto a estos simios, el mero hecho de concebir la posibilidad de estabilizar dicha atmósfera revela una increíble arrogancia. Son incapaces de controlar el clima.
Allí se levantaría enseguida, para su ronda matinal: pisar la tierra húmeda todavía del relente nocturno, respirar aire recién nacido, ver ensancharse la aurora por el cielo, escuchar los pájaros... Allí sí, pero aquí...
Para tender a la perfección, hay que revestirse del Espíritu de Cristo
Marilyn Monroe era de carne, y se fotografiaba de carne. Tenías la impresión de que bastaba con alargar la mano para poder tocarla.
Para conservar la salud y cobrarla si se pierde, conviene alargar en todo y en todas maneras el uso del beber vino, por ser, con moderación, el mejor vehículo del alimento y la más eficaz medicina.
Pero tenemos la obligación de esconder nuestro dolor para no aumentar el de los que nos rodean. Y ello es también un deber para con nosotros mismos, puesto que una pena excesiva impide cualquier posibilidad de consuelo y perfección, además de hacernos olvidar nuestras tareas cotidianas.
La fortuna, el éxito, la gloria el poder pueden aumentar la felicidad, pero no darla. Sólo el cariño da la dicha.