Todo Estado es ético en cuanto que una de sus funciones más importantes es la de elevar a la gran masa de población a un determinado nivel cultural y moral, nivel (o tipo) que corresponde a las necesidades de desarrollo de las fuerzas productivas y por lo tanto a los intereses de las clases dominantes.
El sueño entero de la democracia reside en elevar al proletariado al nivel de estupidez del burgués. En parte, éste es un sueño que ya se ha realizado. El proletariado lee los mismos periódicos y tiene las mismas pasiones que el burgués.
Las personas exitosas desarrollan diariamente hábitos positivos que les ayudan a crecer y a aprender.
Hay quién piensa que es cruel o brutal eliminar el 10% menos productivo del personal, pero no lo es. Precisamente todo lo contrario, lo brutal es mantener a personas que no van a crecer y prosperar.