¡Cuán misericordioso puede ser nuestro Creador con sus criaturas, aun cuando parece que están al borde de la muerte y la destrucción! ¡Hasta qué punto puede dulcificar las circunstancias más amargas y darnos motivos para alabarlo, incluso desde celdas y calabozos! ¡Qué mesa había servido para mí en medio del desierto, donde al principio tan solo pensaba que iba a morir de hambre!
Clínicamente se emplea para atenuar la amnesia senil, pero la calle da su propio uso a las cosas.
Lo impulsaban a luchar el deseo de saber y el amor a la verdad, el espíritu de aventura teórica, y el anhelo de consolarse y atenuar la atmósfera de aflicción que lo cubría y la sensación de soledad que se ocultaba en lo hondo de su alma.
Nunca dejé de escribir, incluso en los momentos más difíciles de mi vida. Escribo para mí y no para dejar algo detrás mío sino para aliviar mi sufrimiento.
Los estudiantes de posgrado no existen para aprender cosas sino para aliviar a los profesores numerarios de la pesada carga de educar a la gente y realizar investigaciones.
Tarea delicada la de apaciguar muchedumbres, porque hacer mucho puede ser tan funesto como no hacer nada.
Como empresario tienes que aprender muy rápidamente que no hay tal cosa como un fracaso. Mirando hacia atrás en la historia de Virgin, nuestra capacidad para adaptarse rápidamente a los cambios ha ayudado a mitigar los reveses
Aprendamos a aumentar la continencia, a enfrentar la demasía, a templar la gula, a mitigar la ira...
Sería el barro negro de las Injurias y de las Cambroneras, que ahogaría a los ricos, la venganza justa contra las clases directoras, que hacían del Estado una policía para salvar sus intereses, obtenidos por el robo y la explotación, que hacían del Estado un medio de calmar a tiros el hambre de los desesperados.
La sed de mi dolor sólo espera un retorno, para calmar su sed de lámparas eternas.
En los cuchillos y tenedores se habían pegado las lágrimas de mis enemigos ajusticiados, y al tintineo de los vasos se unían los sollozos de innumerables desgraciados; sin embargo, las estelas de las lágrimas me daban risa, mientras que los sollozos de desesperación adquirían un sonido musical a mis oídos. Necesitaba música para amenizar el banquete, y la tenía.
¡Oh gran creador del ser! Concédenos una hora más para redondear nuestro arte y perfeccionar nuestras vidas.
El arma suya como periodistas es la palabra escrita. Mi arma es la palabra hablada. Yo uso cincuenta frases para redondear una idea y después ustedes tienen que ponerla en una línea. Eso a mí siempre me aterroriza, quizás porque no sé escribir. Lo que odio es cuando no aciertan en la transcripción. Prefiero que nadie me conozca a que me conozcan equivocadamente.