Ningún gobierno lucha en contra del fascismo para destruirlo. Cuando la burguesía ve que el poder se les escapa de sus manos, alzan el fascismo para mantener sus privilegios.
Nadie puede justificar, por ningún motivo, la matanza indiscriminada de civiles indefensos. Ninguna causa o bandera puede validar el uso del terror asesino en contra de mujeres, hombres y niños.
Ir contracorriente y resistir a los ídolos de la sociedad contemporánea forma parte de la misión de la Iglesia.