Toda misión constituye un vínculo de deber. Todo hombre debe consagrar sus fuerzas a su cumplimiento.
El mundo no es más que una apariencia, vana, una mera nada que lleva semejanza de realidad. No pongáis vuestros afectos en él. No rompáis el vínculo que os une con vuestro Creador y no seáis de aquellos que han errado y se han desviado de Sus caminos.
Hoy, más de 200 años después de que una antigua colonia se ganara el derecho a decidir su propio destino, la tarea de perfeccionar nuestra unión sigue adelante
Ver el Bósforo siempre me ha sentado bien. Frente a la derrota, al desplome, a la opresión, a la amargura y a la pobreza que pudren por dentro la ciudad, el Bósforo está unido en lo más profundo de mi mente a sensaciones de unión a la vida, de entusiasmo por vivir y de felicidad. El espíritu y la fuerza de Estambul le vienen del Bósforo.
Internet es una extensión natural de nuestro sistema de ventas directo y se transformó rápidamente en nuestro conexión más importante con los clientes
Un historiador o cronista que intentara escribir la historia de Europa durante cualquier siglo estaría influido por cualquier conexión en el espacio y en el tiempo.
Lo que ocurre en las junturas. Las grandes batallas, decía el general M..., se libran casi siempre en los puntos de intersección de los mapas de estado mayor.
La poesía es el punto de intersección entre el poder divino y la libertad humana
Algunos clientes y arquitectos aún se encuentran, en cuanto a manera de pensar y sentir se refiere, en el siglo XV; sólo unos pocos se encuentran de verdad en el siglo XX. Una correspondencia entre la sensibilidad del cliente y la del arquitecto contribuirá a un feliz resultado.
¿Cómo puedo imaginar una sociedad y mutua correspondencia de deberes sociales entre el hombre que gasta un millón al año y el hombre que no tiene la seguridad de comer pan cada día, una mísera cantidad de pan amasado con hiel y lágrimas?
Los funerales celebran el cruce de otra frontera, en muchos sentidos el más formal y prolongado de todos.
Recuerdo cómo salimos en tropel los jugadores de ajedrez...Y cómo, a medida que nos acercábamos a la plaza San Martín nos íbamos poniendo serios y éramos cada vez menos, y al fin, cuando crucé la plaza, me vi solo.