Soy un negro, ¡y me regocijo por ello! Estoy orgulloso de la sangre negra que corre por mis venas. He venido aquí por los recuerdos queridos de mi niñez. No para posar como un crítico, sino para unirme a mi gente.
Llenáronse de regocijo los pechos porque se llenaron las tazas de generosos vinos que, cuando se trasiegan por la mar, de un cabo a otro, no hay néctar que se les iguale.
A veces creo que la histeria no es otra cosa que la conspiración del inconsciente, que intenta reproducir asépticamente el estado físico de la excitación sexual sin el placer, acompañándolo de sufrimiento.
Cuando dos personas llegan a conocerse bien, su intimidad pierde cada vez más su carácter milagroso, hasta que su antagonismo, sus desilusiones, su aburrimiento mutuo, terminan por matar lo que pueda quedar de la excitación inicial.
Ninguna emotividad madura si se es humilde en el amor, humilde siendo gigante y en presencia de una mujer bellísima, casi hecha a mano, pero de corta estatura; humilde a propósito o cobarde por restringirse a un léxico que proyectara, puro azúcar, azúcar y cuidados extremos hasta en el tono de voz.
La creatividad está rodeada de un aura mística, a la manera de un talento misterioso, lo cual quizás es justificable en el mundo del arte, que exige sensibilidad estética, emotividad y capacidad innata de expresión, pero tiene menos razón de existir en otros campos.
Los radicales somos así; no siempre estamos de acuerdo, y cuando no lo estamos ponemos en nuestras luchas internas el mismo entusiasmo que ponemos con el adversario. Pero cuando se aproxima la lucha contra el adversario común, sabemos olvidar. Sabemos que ante todo somos radicales y patriotas.
No hay héroe en la soledad; los actos sublimes están determinados siempre por el entusiasmo de muchos.
La pólvora no explota sin estar comprimida; la cautividad ha reunido en un solo punto mis facultades y han entrado en contacto en un espacio reducido, y como no ignoráis, del choque de las nubes resulta la electricidad, de la electricidad el rayo, y del rayo la luz.
Me cago en el vapor, la electricidad y en los sueros inyectados.