Pero te confieso, querido mío, que entre el pensamiento y la palabra no encuentro gran diferencia. A decir verdad, no presto más atención a una que al otro. Mayor importancia tienen para mí las cosas.
Una cosa que hago cuando me siento agobiado, cuando todo corre prisa y pierdo la perspectiva, es formularme otra pregunta sencilla: De aquí a diez años, ¿Qué importancia tendrá todo esto?