Amo la costura de tu falda, amo la estructura de tu espalda, amo lo que ves y lo que tocas, amo lo que no es y lo provocas.
Una cabeza sin memoria es como una fortaleza sin guarnición
A veces lamento hablar en español: escuchado desde la otra orilla debe ser algo incomparable, lleno de chasquidos y latigazos, terrible carga de caballería de abiertas vocales, por entre un campo erizado de consonantes clavadas como estacas.
El aire está tan cargado de humedad, que basta cerrar los ojos para hacerse la ilusión de que se está a la orilla de un arroyo, cuyas tranquilas aguas corren silenciosas.
Sobre una torre había una mujer, de túnica blanca, peinándose la cabellera, que le llegaba a los pies. El peine desprendía sueños, con todos sus personajes: los sueños salían del pelo y se iban al aire
Se ve que no conoces a las mujeres, son capaces de todo, de lo mejor y de lo peor si les da por ahí, son muy señoras de despreciar una corona a cambio de ir al río a lavarle la túnica al amante o de arrasarlo todo y a todos para sentarse en un trono.