Todos los errores humanos son fruto de la impaciencia, interrupción prematura de un proceso ordenado, obstáculo artificial levantado alrededor de una realidad artificial.
Cuando leo que Plinio el Viejo leía o hacía que le leyesen continuamente, en la mesa, en los viajes, en el baño, la pregunta que a mí me importuna es ésta: ¿Pero es que ese hombre tenía una carencia total de pensamientos propios que era preciso estar insuflándole sin interrupción pensamientos ajenos?
Hay causas que son absolutamente uniformes y constantes en la producción de determinado efecto, y jamás se ha encontrado fracaso o irregularidad alguna en su operación.
La regularidad, el orden y la perfección destruyen el arte. La irregularidad es la base de todo arte