No se escapa este bien cuando deseo, por sentir un consuelo, contemplarlo, pues mi placer secunda, y mi recreo de tan suave manera, que expresarlo no podría, ni podría experimentarlo ningún mortal jamás.
La posesión de riqueza, que en un principio era valorada simplemente como prueba de eficiencia, se convierte, en el sentir popular, en cosa meritoria en sí misma. La riqueza es ahora intrínsecamente honorable y honra a su poseedor.