Si puedo traer alegría en el mundo, si puedo conseguir que la gente deje de pensar en el dolor por un momento, o el hecho de la mañana por la mañana van a levantarse y decirle a su jefe 'fuera'... entonces voy a tener éxito.
Hitler era nuestro soberano. Hubiera sido intolerable para mí verle ante un tribunal extranjero. Todos ustedes conocieron al Führer. Hubiera sido el primero en levantarse y decir Yo dí las ordenes, y por lo tanto asumo toda responsabilidad. Pero preferiría morir diez veces antes que ver al soberano de Alemania sujeto a tal humillación.
Sigamos cantando juntos a toda la humanidad. Sigamos cantando juntos que el canto es una paloma que vuela para encontrar. Estalla y abre sus alas para volar y volar.
Prefiero querer a poder, palpar a pisar, ganar a perder, besar a reñir, bailar a desfilar y disfrutar a medir. Prefiero volar a correr, hacer a pensar, amar a querer, tomar a pedir. Antes que nada soy partidario de vivir
Debe señalarse que los principios religiosos sufren una suerte de flujo y reflujo en la mente humana y que los hombres tienen una tendencia natural a elevarse de la idolatría al monoteísmo y a recaer de nuevo del monoteísmo en la idolatría.
Es preciso elevarse con las alas del entusiasmo. Si se razona, no se volará jamás.
Un hombre no es un hacha. No es una condenada herramienta que corta, tala y destroza todo el día. Las cosas le llegan. Hay cosas que no puede desprender porque las lleva dentro.
Recuerdo que el amor era una blanda furia no expresable en palabras. Y mismamente recuerdo que el amor era una fiera lentísima: mordía con sus colmillos de azúcar y endulzaba el muñón al desprender el brazo. Eso sí lo recuerdo.
Cuando canto a veces es posible que pueda desentonar...quien es capaz de no desentonar nunca?
Estoy pensando que... Podría de pronto abrir las alas, volar fuera de esta silenciosa prisión, reír en la cara de mi carcelero y, junto a ti, empezar a vivir de nuevo.
Jaime, mi padre, antes de calmarse y abrir su tienda Casa Ukrania, había trabajado como artista de circo. (...) Podría pensarse que en mi infancia fui más influido por Jaime que por Sara, mi madre. Sin embargo, no es así. Si la severidad era la base de la educación que yo debía recibir, por ser hombre y no mujer, mi madre se esmeró en aplicarla.
Hay que saber arrancar bellezas literarias hasta en el seno de la muerte, pero esas bellezas no pertenecen a la muerte. La muerte no es más que la causa ocasional.
El mar empapaba la roca a nuestros pies todo el día y continuaba arrancándole trozo tras trozo. Una noche tú soñaste que eras una sirena aferrada a un pilón de un muelle, y que intentabas arrancar los percebes con las manos. Deseábamos que nuestras dos almas pudieran regresar como gaviotas a la roca.