Somos seres de perversidad inmensa cada uno de nostros; villanos para quienes no existe más Dios que sus deseos, más leyes que los límites de su resistencia, más cuidados que sus placeres; sin principios, desenfrenados, disolutos, ateos. Indudablemente existen muy pocos excesos que no cometamos.
Escribir te convierte en alguien que siempre se equivoca. La ilusión de que algún día puedes acertar es la perversidad que te hace seguir adelante.
La desesperación es como un río; en una orilla están los niños; en la otra los hombres maduros, los que han despertado ya de su letargo. Todos los sentimientos son buenos, óptimos, también el odio, también la envidia, también los celos, también la crueldad
¿Cuál es ahora nuestra actitud con respecto a la revolución rusa, en un momento en que la contrarrevolución se libra a orgías de crueldad y de bajeza tales como la historia nunca ha conocido?
Bueno, bueno, bueno; madre mía, qué barbaridad
71 puntos son una puta barbaridad
La habitual indiferencia de que alardeaban los detectives de homicidios quedaba superada por la emoción del momento. Me sorprendió su apasionamiento. No comprendía exactamente si aquella atrocidad por sí sola había conmovido sus sentimientos o si la naturaleza religiosa del ofensivo objeto contribuía a su reacción.
¿No cree usted que tenemos para enseñar una enormidad de cosas en las que nosotros mismos no creemos?