Yo no soy pesimista con respecto al porvenir de la cultura, soy escéptico respecto de la perdurabilidad de formas congeladas. Creo que el dogmatismo está condenado a resquebrajarse y reaparecer. La encrucijada del monoteísmo es la pérdida de credibilidad de su discurso.
Mi estado de espíritu hace la síntesis de esos estados llamados optimismo y pesimismo y los supera: soy pesimista por la inteligencia, pero optimista por la voluntad