Ahora bien, la Escritura suele pintar a Dios a imagen del hombre y atribuirle alma, ánimo, afectos e incluso cuerpo y aliento, a causa de la débil inteligencia del vulgo.
El sendero recto no es seguido. Yo conozco la causa de ello. Los hombres instruidos lo rebasan; los ignorantes no lo alcanzan. Los hombres de virtud fuerte llegan más allá; los de virtud débil no llegan. El hombre de virtud auténtica persevera naturalmente en la práctica del medio igualmente alejado de los extremos.
Yo no cabía en mí de satisfacción, presa de una alegría extraña. Me sentía relajado. El mundo estaba lleno de gente la mar de divertida. El barman delgado echó una mirada en mi dirección y le hice un guiño de complicidad amistosa. Cabeceó con ademán de comprensión. Lancé un suspiro y me retrepé en la silla, reconciliado con la existencia.
¿Eso es un elfo? Pero si solo es...Un humano alto y delgado con una cara zorruna. Más o menos. Creía que eran hermosos.
El artista debe crear una chispa antes de que pueda ver fuego y antes de que el arte nazca, el artista debe estar listo para ser consumido por el fuego de su propia creación.
Paso mis días preparandome para la vida, no para la muerte. No han podido negarme de hacer lo que quiero cada día. Creo en la vida, creo en la libertad, por ello mi mente no es consumido por la muerte. Es amor, la vida y aquellas cosas. De muchas formas, en muchos de mis días, solo mi cuerpo esta acá, y mi mente esta en lo que esta pasando en todo el mundo.
A mí me ganaba por la palabra, pero si hubiéramos acabado por llegar a las manos le juro a usted por mis muertos que lo mataba antes de que me tocase un pelo. Yo me quise enfriar porque me conocía la carácter y porque de hombre a hombre no está bien reñir con una escopeta en la mano cuando el otro no la tiene.
Siempre hay que saber cuándo una etapa llega a su fin. Cerrando ci-clos, cerrando puertas, terminando capítulos; no importa el nombre que le demos, lo que importa es dejar en el pasado los momentos de la vida que ya se han acabado
Como él se acostumbró a sus encantos, dejaron de excitar los mismos deseos que inspiraban al principio. agotado el delirio de la pasión, Ambrosio tuvo tiempo para observar todos los defectos menudos y, donde nos los había, la saciedad lo hizo imaginarlos. El monje estaba saciado por la plenitud del goce. Apenas había transcurrido una semana cuando se cansó de su amiga.
EEUU hace invariablemente lo correcto, después de haber agotado el resto de alternativas
¿cómo puedes creer en su hermosura si sabes que aquella humedad sólo está allí a fin de animar al capullo a florecer para que pueda caer, marchito y seco, en otoño?
¿Cómo es posible, que tanta belleza oculte un corazón duro y lacerado? ¿Por qué le amo, por qué me apoyo, cansado, en su irresistible e indómita fortaleza? ¿Acaso no es el espíritu marchito y fúnebre de un hombre muerto vestido con la ropa de un niño?
No sé si quedará algún trasnochado
En cuanto al recuerdo de Rodolphe, había descendido a lo más recóndito de su corazón, y allí permanecía, inmóvil y solemne, como momia regia en su subterráneo. De aquel gran amor embalsamado se escapaba un efluvio que, atravesándolo todo, aromaba con su ternura el inmaculado ambiente en que quería vivir.
¡Cultura y civilización, esto es, el cuerpo vivo y la momia de un ser animado!
Ni el grande, ni el rico deben satisfacer por precio los atentados contra el flaco y el pobre; de otra manera las riquezas, que, bajo la tutela de las Leyes, son el premio de la industria, se vuelven alimento de la tiranía. No hay libertad, cuando algunas veces permiten las Leyes, que en ciertos acontecimientos el hombre de ser de ser persona, y se repute como cosa.
Diego se te ve muy bien, muy flaco A Maradona, cuando éste pesaba 120 kilos.
En realidad, él era uno de esos lobos de mar a quienes las penalidades y peligros de la vida naval, en esa época de prolongadas guerras, nunca le habían estropeado el instinto natural para el goce de los sentidos.
El cristianismo ha tomado partido por todo lo que es débil, humilde, fracasado; ha hecho un ideal de la contradicción a los instintos de conservación de la vida fuerte; ha estropeado la razón incluso de los temperamentos espiritualmente más fuertes al enseñar a sentir como pecaminosos, como extraviados, como tentaciones, los supremos valores de la espiritualidad.