Él y yo teníamos una oficina que de haber sido una pulgada más pequeña habría constituido adulterio
—Señorita Cripslock, señorita Cripslock... esta mañana me he levantado sin otra idea en la cabeza que adelantar papeleo de la oficina de Correos y a lo mejor resolver el problema del dichoso sello Especial Verde Col de veinticinco peniques. Ya sabe, el que da una col si se planta. ¿Cómo puede esperar que tenga ideada una nueva iniciativa fiscal para la hora de la merienda?
¿Tener miedo de disentir? ¿Cómo le voy a tener miedo a un tipo que piensa diferente? Lo más importante en la vida es poder intercambiar ideas.
Los hombres ejercen el poder divino de abrir todas las puertas. Yo sólo puedo abrir algunas. Las puertas son gigantescos ídolos que no ceden gustosos a las mañas de los perros.