Quien pretenda una felicidad y sabiduría constantes deberá acomodarse a frecuentes cambios.
Las enseñanzas orales deben acomodarse a los hábitos de los oyentes.
El aventurero actual ha aprendido a contentarse con sombras de emoción. La televisión y el cine son sus melancólicos proveedores de asombro.
El pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes, y el honor de éstos se interesa en que todos conozcan la execración con que miran aquellas reservas y misterios inventados por el poder para cubrir sus delitos. El pueblo no debe contentarse con que sus jefes obre bien, debe aspirar a que nunca puedan obrar mal.