—Hay que moverse siempre deprisa, señor Bobinas. ¡Nunca se sabe quién te anda pisando los talones!
No quiero que entiendan mis metáforas ni el simbolismo de la obra, quiero que se sientan como en los buenos conciertos de jazz, cuando los pies no pueden parar de moverse bajo las butacas marcando el ritmo.