Te juzgas a ti mismo basándote en como crees que te ven y puedes suponer cómo hablan de ti, y tratas de entrar en una caja hasta que no puedes salir o moverte con libertad. Respeta quien eres por dentro, deja a tu corazón ser tu guía
Como muñecas mecánicas se puede ver el mundo con ojos de porcelana y dormir año tras año, en una caja de terciopelo entre paletas y tul con el cuerpo relleno de paja se puede, a cada escandalosa caricia, sin ninguna razón gritar: ¡Oh, que feliz soy!