Quapropter bono christiano, sive mathematici, sive quilibet impie divinantium, maxime dicentes vera, cavendi sunt, ne consortio daemoniorum animam deceptam, pacto quodam societatis irretiant. De Genesi ad Litteram II, XVII, 37.
El otro día bono se me acercó y me dijo: ¿Cómo andás, hijo?, No soy tu hijo, pedazo de imbécil.
Quapropter bono christiano, sive mathematici, sive quilibet impie divinantium, maxime dicentes vera, cavendi sunt, ne consortio daemoniorum animam deceptam, pacto quodam societatis irretiant. De Genesi ad Litteram II, XVII, 37.
El otro día bono se me acercó y me dijo: ¿Cómo andás, hijo?, No soy tu hijo, pedazo de imbécil.
La experiencia es como un billete de lotería comprado después del sorteo. No creo en ella.
Un anciano cumplió noventa y ocho años. Ganó la lotería y murió al día siguiente. Fue mosca negra en tu vaso de Chardonnay. Es el indulto a una pena de muerte que llegó dos minutos muy tarde. ¿No es irónico, no lo crees? (Ironic - 1995).
¿Crees que mi penosa vida vale algo para mí? ¡En lo que a mí respecta, tanto me da ser ejecutado, o morir ahogado, o en un accidente de aviación, o beber hasta morir! ¡Pero aún existe el honor en esta vida! ¡Un intento de asesinar a Hitler! ¡Ugh! ¡¡Gott im Himmel!! ¿Y crees que hubiera entregado a Himmler al enemigo, culpable como era? ¡Maldita sea, yo mismo habría liquidado a ese bastardo!
La única simplicidad que vale la pena de conservar es la del corazón, la simplicidad que acepta y goza.