En los bares que frecuentaba como vaquero estrella, la actitud distinguida implicaba un cierto y desafectado desdén por el cuerpo. El cuerpo era carne. Case cayó en la prisión de su propia carne.
Te ves al espejo, te ríes de ti, vives bajo el pellejo de ese maniquí, que se va haciendo viejo, ignorando qué es lo que hace aquí. Te pones camisa, y el vaquero de ayer, sales siempre deprisa al amanecer, sacudiendo cenizas de tiempos que no van a volver