(...) me lo imagino también como una especie de recinto secreto lleno de trastos borrosos, separado de las antesalas más limpias y ordenadas de la mente por una cortina que sólo se descorre de vez en cuando; los recuerdos que pueden darnos alguna sorpresa viven agazapados en el cuarto de atrás, siempre salen de allí y sólo cuando quieren, no sirve hostigarlos. El Cuarto de Atrás.
Los muros levantados por los Estados, la furia racista, la cortina de fuego de la artillería pesada no significaban nada, eran impotentes ante la fuerza del amor... Daba gracias al destino porque, a las puertas de la muerte, le había permitido comprenderlo
Los muros levantados por los Estados, la furia racista, la cortina de fuego de la artillería pesada no significaban nada, eran impotentes ante la fuerza del amor... Daba gracias al destino porque, a las puertas de la muerte, le había permitido comprenderlo
Tanto en la poesía como en la narración breve, es posible hablar de lugares comunes y de cosas usadas comúnmente con un lenguaje claro, y dotar a esos objetos, una silla, la cortina de una ventana, un tenedor, una piedra, un pendiente de mujer, con los atributos de lo inmenso, con un poder renovado.