No hay baluarte del sano conservadurismo tan fuerte como la iglesia evangélica, y para hacer amigos que te ayuden a ganar en la sociedad el puesto que mereces, no hay sitio como tu propia iglesia.
La humanidad podrá desarrollarse a plenitud, cuando la sociedad logre su emancipación definitiva y permanezca armada con conciencia (ideología) para defenderse.
Una asociación verdadera entre los gobiernos, el sector privado y la comunidad internacional alberga una gran promesa.
El gobierno tuvo su origen en el propósito de encontrar una forma de asociación que defienda y proteja la persona y la propiedad de cada cual con la fuerza común de todos.
Se que me descuidare si no estas a mi lado. Me sentire incompleta en compañia de mi. Soy un libro que en blanco te espera, contigo me puedo escribir.
Casarse de nuevo no es ningún insulto a la honra del difunto; cualquier mujer puede reverenciar la memoria del marido muerto y al mismo tiempo ser feliz en compañía de un segundo esposo.
No se concibe nuestra victoria personal sin obtener por medio de ella al propio tiempo una victoria colectiva; nuestra ansia de dicha no puede satisfacerse sino con la dicha de todos, porque la sociedad anarquista, muy lejos de ser una corporación de privilegiados, es una comunidad de iguales, y será para todos una dicha inmensa, de la cual no podemos actualmente formarnos una idea.
Mi preferencia es por el tipo de instituciones económicas que han sido llamadas, creo que por Robert LeFevre, agóricas. Bajo las instituciones agóricas casi todo el mundo trabaja por cuenta propia. En lugar de la corporación existen grandes grupos de emprendedores relacionados por el comercio, no por la autoridad. Cada uno vende, no su tiempo, sino lo que su tiempo produce.
Lo más importante respecto a cualquier empresa es que los resultados no están en el interior de sus paredes. El resultado de un buen negocio es un cliente satisfecho
En cualquier empresa es imprescindible formar equipos homogéneos, que estén claros los objetivos y que, desde una premisa inicial, las diferentes personas que integran un grupo aporten sus visiones. Un edificio es el mejor ejemplo: lo construyen los albañiles, y también los pintores, los diseñadores, los decoradores, los carpinteros.
La verdadera revolución no puede temer a las masas, a su expresividad, a su participación efectiva en el poder. No puede negarlas. No puede dejar de rendirles cuenta. De hablar de sus aciertos, de sus errores, de sus equívocos, de sus dificultades.
Tener el control en la vida nunca es fácil, y a veces puede ser hasta doloroso. Pero a largo plazo las experiencias óptimas añaden un sentimiento de maestría (o tal vez mejor sea decir, un sentimiento de participación al determinar el contenido de la vida) que está tan cerca de lo que queremos decir normalmente como felicidad como cualquier otra cosa que podamos imaginarnos.