Cualquiera puede simpatizar con las penas de un amigo, simpatizar con sus éxitos requiere una naturaleza delicadísima.
Podemos simpatizar los unos con los Otros, y eso es más que bastante: eso es todo, y difícil, acercar nuestra historia a la de otros podándola del exceso que somos, distraer la atención de lo imposible para atraerla sobre las coincidencias, y no insistir, no insistir demasiado: ser un buen narrador que hace su oficio entre el bufón y el pontificador.
No basta compartir las ideas con el prójimo; se ha de compartir la vida.
Es básico mirar a los ojos y saber escuchar. He tenido la suerte de compartir escenario con actores que trabajan con la verdad, y la verdad tú la estás viendo a través de los ojos, ves todo lo que está pasando por el interior de esa persona, te está dando cosas, tú las estás recibiendo; y tú tienes que escuchar y que reaccionar en base a toda esa generosidad de emociones.