La virtud y la inteligencia pertenecen a los seres humanos como individuos que asocian libremente con otros individuos en pequeños grupos. Otro tanto sucede con el pecado y la estupidez.
Dices que tenemos libre albedrío, pero también aseguras que uno no tiene más que concentrar su voluntad sobre un objetivo para conseguirlo. Ahí hay una contradicción. Si no soy dueño y señor de mi voluntad, tampoco puedo concentrarla libremente sobre esto o aquello.