Aunque el mundo contiene muchas cosas decididamente malas, la peor de todas ellas es la sociedad.
En mis partidas había muchas maniobras y muy pocas combinaciones, demasiados reagrupamientos y escasísimos ataques o asaltos impetuosos. Me hacía falta modificar decididamente la manera de jugar. Sólo un cambio rápido y audaz de todas mis concepciones sobre el arte del ajedrez me podría ayudar a perfeccionarme. Y ante todo, me hacía falta trabajar, trabajar más y otra vez trabajar.